Por: Teddy Angarita-Sierra
Fotografías por: Andrés Felipe Suárez-Castro y Darwin Manuel Morales-Martínez
Chimbilacos, Chumbilais, Chimbilas, Murciegalos, Vampiros, o Quirópteros en el lenguaje científico, son los nombres que describen a los mamíferos voladores en Colombia. Como la mayor parte de la fauna nativa de nuestro país, estos animales son poco conocidos, no cuentan con el carisma de los colombianos y en muchas ocasiones son vistos como animales malignos. No obstante, son ellos quienes con su forrajeo nocturno, en el que circundan los bosques, sabanas y montañas, siembran árboles de guayaba, restauran los bosques que hemos destruido y se alimentan ávidamente de los insectos e invertebrados que son plagas de nuestros más preciados cultivos.
Con más de 1100 especies de mamíferos voladores a nivel mundial, 220 especies para el neotrópico de las cuales 197 especies están presentes en Colombia, se pensaría que el conocimiento entorno a los murciélagos colombianos se encuentra en un buen nivel, sin embargo, la complejidad de su biología, su difícil detección y el reducido apoyo para la investigación, hacen que los vacíos en su conocimiento sean profundos. A pesar de esto, numerosos grupos de investigación nacionales se han puesto como reto dilucidar la naturaleza oculta de estos animales, redoblando esfuerzos y juntando pasiones.
Darwin Manuel Morales-Martínez y Andrés Felipe Suárez-Castro, investigadores del Grupo de Mastozoología de la Universidad Nacional de Colombia y de YOLUKA ONG, decidieron emprender la rigurosa revisión del género Glyphonycteris, un grupo de murciélagos presentes en Colombia que se alimentan de insectos y se encuentran pobremente representados en las colecciones biológicas. Como primera tarea, retomaron los registros históricos de las especies de este género para el país, encontrando que muchos de ellos han desaparecido (algo muy común en las colecciones nacionales), oscureciendo aún más el conocimiento de este taxón.
Sin perder el entusiasmo ni su firme propósito de esclarecer la diversidad de murciélagos de este país, Darwin y Felipe alistaron sus morrales y chinchorros, inspiraron sus espíritus y se encaminaron a hacia las noches de mosquitos, lluvias y relámpagos de la Orinoquía en la búsqueda de Chimbilacos. Una de esas noches, en las que como una plegaría monótona las notas de campo relatan Carollia… Carollia… Carollia… Artibeus….Artibeus… una alegre pausa cambia la rutina… ¿Glyphonycteris?, Felipe con su mano derecha toma el murciélago con cuidado y lo saca de una bolsa, mientras con su mano izquierda coloca su linterna en luz roja para no enceguecer al animal. Lo examina con cuidado, es un macho, de gran tamaño para ser insectivoro, de hocico largo con una enorme hoja nasal y dos prominentes dientes incisivos… Felipe sonríe seguido por humm! ¡Que chévere! Parece Glyphonycteris daviesi.
El riguroso trabajo de revisión en el laboratorio les confirma sus sospechas, en sus manos poseen el primer registro conocido para Colombia de Glyphonycteris daviesi, confirmando a su vez los pronósticos de muchos investigadores que los precedieron, pero que no contaron con la fortuna y tenacidad de Darwin y Felipe en seguir el rastro de este misterioso murciélago.
SI DESEAN CONOCER EN DETALLE SOBRE ESTE HALLAZGO PUEDEN CONSULTAR:
http://yoluka.org.co/blog2/publicaciones/publicaciones-articulos/
http://www.biotaxa.org/cl/article/view/10.3.639
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Fascinante, tanto por los murciélagos, como por la conclusión de que se había identificado en Colombia un género que aquí no se había visto. Al leer sobre la utilidad del murciélago, se ve una gran brecha entre la cultura popular que rechaza al murciélago, y a veces lo ataca por deporte, y el especialista que sabe de la importancia de ese orden de animales. Muchas gracias por su campaña de difusión de introducción al pensamiento de la biodiversidad.