Por: Gabriela Huidobro Jáuregui
Fotografia: Gabriela Huidobro Jáuregui y Jhon Alexander Infante Betancour
Llevaban tiempo hablándome sobre las ferias y fiestas que se celebraban en el mes de julio en el municipio de Boyacá, Boyacá, en honor a San Isidro Labrador, patrono de los campesinos, y se dice, que posiblemente, fue hijo de agricultores. Este municipio doblemente boyacense, y que según ellos, por eso, es el más boyacense de todos, se ubica a tan solo 15 km de Tunja, rodeado de verdes montañas en donde se encuentran las diferentes veredas y huertos con olor a tierra fresca.
En esta feria se celebró el Festival Municipal de la Elaboración de la Alpargata de Fique donde varios artesanos se encontraban tejiendo estos hilos y elaborando la tan emblemática parte de su vestimenta. Además de esto, cada vereda donaba a los huertos de San Isidro, correspondientes a su vereda, alimentos producidos en su finca, podían ser conejos, gallinas, hortalizas, legumbres etc. El despliegue de todos estos productos lo hacía parecer un festival de color. Curuba, lulo, duraznos, berenjenas dulces ¡variedades de maíz, fríjoles, papas, arracacha! Causaba asombro ver el tamaño de las zanahorias, ahuyamas de cuentos, peras de gigantes, papás que parecían cuatro unidas…había habas, garbanzos en cáscara y secos, cubios, ibias, rubas… los campesinos hacían saber cuán orgullosos se sentían con “lo que produce nuestra tierrita”, me decían ellos con alegría. Yo solo me imaginaba y fantaseaba con todos los platos que se pueden hacer con esta variedad de productos, sopas de tubérculos andinos, purés, ensaladas, cocidos… mejor dicho, ¡todo un recetario! A pesar de todo este despliegue de variedad de productos de la tierra, puede sonar raro que la alimentación básica de los habitantes de la zona sea la carne de res, gallina y papas. La comida típica que vendían era carne asada, mute, pescuezo relleno, almojábanas, se conseguía incluso pan de arracacha y una deliciosa torta de yacón…
Sobre la media mañana, se celebró la misa en honor al patrono de los agricultores. A ella asistieron personas de la comunidad, de otros municipios aledaños y promeseros. Yo no sabía quiénes eran los promeseros, son personas que van a las misas para pagar promesas y así se la pasan visitando diferentes pueblos, no sería una mala excusa para hacer turismo y descubrir los pueblos de la región… Al terminar se hizo la procesión con las figuras de San Isidro Labrador y San Martín de Porres, este último dicen que fue el primer santo mulato de América, conocido también como “el santo de la escoba”. Desfilaron yuntas de bueyes, regadores de semillas, picadores, trabajadores de fique y demás labores del campo. A las figuras de los santos se les llenó de objetos, esto parecía una celebración de una mezcla de culturas entre la indígena y la colona, santos descendientes de Europa llenos de productos de la región, mezclas, colores, olores, sabores, eso era lo que se sentía. A los santos les colgaron collares de roscas, ají, arepas, artesanías e incluso con billetes de $50.000, $20.000, $10.000 pesos…una buena plática para la emblemática iglesia del municipio que realiza labores para la comunidad. Llegada la tarde, se hizo el remate de huertos de San Isidro, a cargo del párroco de la iglesia, estos huertos podían llegar a alcanzar hasta $900.000 pesos a la hora de ser subastados, huertos que tenían, conejos, ovejas, gallinas y un despliegue amplio de frutas y verduras.
Fue enriquecedor el conocer la rica agrobiodiversidad con la que cuenta esta región y ver como la fe puede mover montañas llenas de tan amplia variedad de productos de la tierrita, muchos de ellos desconocidos en nuestra alimentación habitual.